Un invierno frío y con cuatro paredes.
Hace algunos días decidí recuperar la memoria. Resulta que en momentos críticos el haber anulado grandes episodios de mi vida fue una gran terapia para seguir. Sin embargo seguir sin un camino por detrás hizo que me vaya disolviendo de a poquito... y es que justo ahora que más me necesito no puedo dejar de existir.
Entonces puse todo sobre la mesa y comencé a conocer a La Maga, una persona muy frágil y con errores y cicatrices por doquier. Exploré los espacios hemorrágicos y aquellos imperfectos e irresolubles.
Fue hermosa la sorpresa al levantarme al día siguiente y decidir que voy a salir a la calle con paso firme y voy a cometer aun más errores para enorgullecerme de envolverme en ellos y repartir sonrisas a quienes van clavando esas miradas de desaprobación.